Beatriz Juez/Aldo Gamboa
Washington/dpa/AFP
El presidente Barack Obama anunció el jueves que dará alivio migratorio temporal a unos cinco de los 11, salve 4 millones de inmigrantes indocumentados que viven actualmente en Estados Unidos, lo que supondrá la mayor regularización de sin papeles en tres décadas.
“Nuestro sistema de inmigración esta roto. Todo el mundo lo sabe”, dijo Obama en un discurso a la nación retrasmitido a la hora de máxima audiencia por televisión, en español y en inglés. “La amnistía masiva sería injusta. La deportación masiva sería a la vez imposible y contraria a nuestro carácter como nación”, añadió.
El presidente no puede legalizar de golpe a 11 millones de indocumentados, sólo el Congreso puede darles un permiso permanente, pero Obama puede decidir qué inmigrantes son prioridad de deportación y quiénes no.
Obama anunció que su gobierno considerará una prioridad para la deportación a aquellas personas que han cometido delitos graves o son una amenaza para la seguridad nacional y aquellos inmigrantes indocumentados que entraron recientemente en el país.
“Si usted cumple con los criterios, puede salir de las sombras. Si usted es un criminal, podrá ser deportado. Si va a entrar en los Estados Unidos ilegalmente, aumentaron las posibilidades de que sea capturado y enviado de regreso”, añadió Obama.
La Casa Blanca quiere evitar el efecto llamada que pudieran tener estas medidas para que no vuelva a repetirse una oleada de inmigrantes indocumentados, como ocurrió este verano con la llegada en 12 meses de más de 68.000 menores no acompañados, la mayoría procedentes de Centroamérica.
El presidente anunció la ampliación del programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA, por sus siglas en inglés), que la administración Obama aprobó en 2012. Unos 600.000 jóvenes indocumentados -conocidos en Estados Unidos como “soñadores” o “dreamers”- han podido hasta ahora obtener un permiso de trabajo y estudiar en la universidad, gracias a DACA.
Obama también anunció que podrán beneficiarse de la acción ejecutiva aquellos inmigrantes indocumentados que han vivido en Estados Unidos por más de cinco años y son padres de ciudadanos estadounidenses o residentes legales permanentes. Al registrarse, se comprobarán sus antecedentes penales, deberán pagar impuestos y se les garantizará que durante tres años no serán deportados. A diferencia de otros países, Estados Unidos concede la nacionalidad a todos aquellos niños que nazcan en el país, independientemente de que sus padres sean indocumentados.
También se reformará el sistema migratorio para que los estudiantes extranjeros que estudian ciencias, tecnologías, ingeniería y matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés) puedan, tal y como pedía Silicon Valley, quedarse a trabajar más facilmente en Estados Unidos. De ese modo, se evitará una fuga de cerebros a la inversa. También se dará facilidades a los empresarios extranjeros que quieran invertir en Estados Unidos. Tras el anuncio del presidente, centenares de inmigrantes indocumentados y activistas pro reforma migratoria se concentraron delante de la Casa Blanca para dar las gracias al presidente por frenar las deportaciones de millones de indocumentados.
“Gracias, señor presidente” y “Te apoyamos, Obama”, rezaban las pancartas de algunos de los centenares de immigrantes y activistas que se concentraron delante de la verja de la Casa Blanca y que agitaban banderas estadounidenses.
Alegría, besos y abrazos sustituyeron esta noche a la tristeza por las deportaciones, la impotencia y la frustración de años de protestas por una reforma migratoria, a pesar de que 6,4 millones de indocumentados se quedarán fuera y que los que se beneficiarán tendrán, de momento, sólo un permiso temporal.
La cifra de cinco millones está en línea con lo que esperaban los activistas pro inmigrantes, pero por debajo de la cifra de los ocho millones de indocumentados que se hubieran beneficiado de la reforma migratoria que aprobó en junio de 2013 el Senado. La reforma se quedó atascada en la Cámara de Representantes por la negativa de los republicanos a someter la legislación al voto en la cámara baja.
Ante el inmovilismo de los republicanos, Obama decidió no esperar más al Congreso y actuar solo. Este decisión ha causado la ira de los republicanos, que lo acusan de actuar como un monarca o un emperador. El partido de la oposición había pedido al presidente que diera una oportunidad al nuevo Congreso, que se constituye en enero, para legislar al respecto. El presidente considera que los republicanos han tenido tiempo suficiente -un año y medio- para aprobar la reforma migratoria en el Congreso, por eso ha decidido actuar solo en materia migratoria.
El anuncio del presidente servirá para frenar temporalmente las deportaciones de millones de indocumentados a la espera de que el nuevo Congreso, con mayoría republicana en ambas cámaras, apruebe en un futuro una reforma migratoria integral, que de permisos permanentes a millones de indocumentados.
“Las acciones que estoy tomando no sólo son legales, son el tipo de acciones adoptadas por cada presidente republicano y cada presidente demócrata durante medio siglo. Y para aquellos miembros del Congreso que cuestionan mi autoridad para hacer que nuestro sistema de inmigración funcione mejor, o pregunten mi juicio de actuar en donde el Congreso ha fallado, tengo una respuesta: Aprueben una ley”, dijo un desafiante Obama.
Obama se decidió por la firma de los decretos ante la incapacidad de la cámara baja del Congreso, la Cámara de Representantes, de discutir y votar un proyecto de reforma migratoria que fue aprobado por el Senado en 2013.
La adopción de una completa reforma de todo el sistema migratorio era una promesa central en la campaña de Obama para su reelección, en 2012.
La propuesta motivó entonces una movilización pocas veces vista de la comunidad hispana en Estados Unidos, que resultó fundamental para que Obama consiguiera un segundo mandato presidencial.
Una calle sin salida
Pero el camino legislativo no arrojó ningún resultado, como todas las otras tentativas similares intentadas en el país desde 1986, cuando el entonces presidente republicano Ronald Reagan impulsó la última gran oleada de regularización de inmigrantes no autorizados.
Obama había anunciado a inicios de este año su determinación de usar sus atributos como presidente del Ejecutivo para firmar decretos en caso de que la Cámara de Representantes no proceda a discutir y votar una ley al respecto. Inicialmente postergó ese momento al fin del verano boreal y luego decidió dejar la firma para después de las elecciones legislativas que se realizaron el pasado 4 de noviembre.
Con la sólida victoria del opositor Partido Republicano, Obama se convenció de que el Congreso no actuaría y determinó la preparación de los decretos, ante la furia de los líderes republicanos.
“Todo el mundo está de acuerdo en que nuestro sistema migratorio ha fallado, lamentablemente Washington permitió que el problema se prolongara durante demasiado tiempo”, señaló Obama en un discurso distribuido por la Casa Blanca en la red social Facebook.
Reacción enérgica
Entre los dirigentes republicanos, que a partir de enero controlarán las dos cámaras del Congreso, la decisión de Obama de actuar de modo independiente, mediante decretos, es vista como un abierto desafío que tendrá consecuencias, a pesar de admitir que el mandatario tiene autoridad para eso.
El jueves, el líder Republicano en el Senado, Mitch McConnell formuló un grave alerta a Obama: “Debe entender algo. Si (…) impone su voluntad al país, el Congreso actuará. Estamos considerando varias opciones. Que nadie se confunda”.
Para el influyente senador conservador, Obama está priorizando su propio legado, en detrimento de una “buena política pública”. A su vez, el senador republicano Ted Cruz dijo que al firmar decretos, Obama “no estará actuando como un presidente sino como un monarca”.
“Es cómico. Es el mismo Partido Republicano que se niega a apoyar una reforma migratoria desde 2006”, respondió el senador demócrata Bob Menéndez (quien, como Cruz, es de origen cubano). La peruana Lenka Mendoza, quien mantiene una huelga de hambre desde hace 18 días frente a la Casa Blanca para pedir por una solución a su situación, dijo a la AFP que era necesario que Obama “se ponga los pantalones, él es el presidente”.
Diversas entidades de defensa de los derechos de los inmigrantes presentaron este jueves ante la Casa Blanca unas 260.000 peticiones que recuerdan a Obama la urgencia de “mantener su promesa y usar su autoridad legal” para hacer algo “grande”.